Es propósito de este libro ubicar a la obra de Saarinen dentro del contexto de la arquitectura contemporánea. Para ello, no he creído necesaria una relación pormenorizada de todas sus obras; más bien me ha parecido ineludible una interpretación general, basada, a su vez, en el inevitable análisis de obras particulares. La selección de obras analizadas respondió a dos criterios: el primero, su relevancia referida al a propósito de este trabajo; el segundo, el conocimiento directo de ellas. Las razones de la adopción del primer criterio son obvias; las que condujeron al segundo, son el resultado de una experiencia crítica que enseña a no guiarse sólo por publicaciones ilustradas con comentarios descriptivos, si se busca una valoración plena de la arquitectura. He sufrido más de una sorpresa frente a obras sobre las que tenía juicio formado basándome en aquel tipo de información, juicio que fue enriquecido o alterado más o menos radicalmente por la experiencia viva. Por supuesto las alteraciones no se produjeron en las áreas que trataban con datos ponderables cuantitativamente, sino en aquellas que se referían, principalmente a la percepción de la organización espacial y a los múltiples fenómenos que la califican. De aquí la necesidad de la experiencia personal de las obras analizadas. LAs visitas fueron posibles, cuando, en 1965, recorrí, invitado por el Instituto Internacional de Educación y patrocinado por la Fundación Ford, los EE.UU de Norteamérica. Pude así conocer las principales obras de Saarinen, con algunas excepciones que lamento. Pude, también, y esto resultó valiosísimo para este libro, conversar con los principales designers de Saarinen, uno de los cuales, Kevin Roche, continua al frente del estudio. Dos días de largos diálogos en la playa con otro de ellos, César Pelli, permitieron recrear y aportaron información decisiva para esta obra. No fueron de menor utilidad las charlas con Allan Temko, autor del estudio más completo que se haya publicado sobre Saarinen.
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